En la actualidad, la neurotoxina botulínica tipo A se utiliza con propósitos cosméticos y para tratar trastornos neuromusculares como el parpadeo involuntario y la sudoración excesiva.
La modificación genética de un componente de la toxina botulínica abre la vía a nuevos tratamientos, según un estudio del Colegio Médico de Wisconsin (Estados Unidos) que se publica en la edición digital de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences(PNAS).
Los investigadores han modificado uno de los elementos que constituyen la neurotoxina que causa el botulismo y han ampliado los usos terapéuticos de la toxina. La toxina descompone enzimas mensajeras que se encuentran sólo en las neuronas, lo que evita que las células se comuniquen entre sí y causa finalmente parálisis.
Los autores insertaron el gen de la neurotoxina modificada en células humanas y descubrieron que también descompone de forma natural SNAP23, impidiendo así la comunicación celular en células distintas a las neuronas.
Los investigadores han modificado uno de los elementos que constituyen la neurotoxina que causa el botulismo y han ampliado los usos terapéuticos de la toxina. La toxina descompone enzimas mensajeras que se encuentran sólo en las neuronas, lo que evita que las células se comuniquen entre sí y causa finalmente parálisis.
Los autores insertaron el gen de la neurotoxina modificada en células humanas y descubrieron que también descompone de forma natural SNAP23, impidiendo así la comunicación celular en células distintas a las neuronas.
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